Luego de tres años entendió que todavía no había renunciado del todo a sus aficiones y placeres por lo que se comprometió a no bajar nunca más su mano derecha, alzada en nombre de Shivá.
De esta forma, su extremidad se convirtió en un pedazo de huesos y piel inútil que no se pueden mover por los años que pasaron.
Por su parte, Amar indicó que durante largo tiempo sufrió de terribles dolores, pero estos no lo hicieron detenerse hasta la fecha que su brazo está completamente atrofiado pero le sirve como un poderoso símbolo de fe para los shivaítas.
Cabe indicar que los sadhu son hombres que reniegan de la vida material y dedican su vida a la religión por la que terminan abandonando su hogar y se convierten en ascetas errantes que reciben cosas más importantes que las materiales.
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