La madre de una trabajadora doméstica procedente de Sri Lanka, que fue acusada y decapitada en Arabia Saudí, perdonó a los que dijo deseaban que su hija fuera ejecutada.
Rafeena Nafeek declaró que su hija Rizana era inocente y fue injustamente condenada por matar a un bebé en 2005. El gobierno saudita indicó que la joven no podía ser perdonada porque los padres del infante deseaban que se le castigara.
Los documentos muestran que Rizana tenía sólo diecisiete años cuando ocurrieron los hechos y que su ejecución fue una violación de los derechos infantiles. La señora Nafeek indicó que perdonaba a los padres del bebé quien, según se informa, insistieron en que su hija fuera decapitada. BBC Mundo
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