El joven preparó todos los instrumentos necesarios para el asalto. Calculó la hora para efectuar el delito. Se puso sus guantes, para no dejar huellas digitales, y también un uniforme color caqui de una talla grande para ocultar mejor las líneas de su cuerpo ante las cámaras de seguridad del local.
Pero, al forzar la puerta trasera del restaurante, se dio cuenta de que había olvidado lo más importante: su máscara. No tardó mucho en encontrar una solución. Salió y en un instante volvió a entrar, pero esta vez con un cubo en la cabeza que lo ayudaba a esconder su rostro. El chico sacó el dinero de la caja y se fue tranquilamente como si nada.
Sin embargo, los segundos en los que no ocultó su rostro fueron suficientes para que los policías lo identificaran en el video grabado por las cámaras. Poco después, Boudreaux fue detenido en su casa.
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