Sin dudas, Carlos Robledo Puch fue el mayor asesino de la historia criminal argentina. No tuvo piedad en ninguno de sus homicidios. Los peritos lo definieron como un chacal múltiple que gozaba con lo que hacía.
Hace 40 años, su carrera asesina se escribía con una sentencia a perpetua por 11 homicidios, un intento de homicidio, una violación y 17 robos. Por un lado, un número frío que describe el itinerario homicida, y por otro lado, un número que se traduce en cada una de las historias de vida de sus víctimas, entre ellas, las de su propio cómplice, en su faena delictiva.
En general, Robledo Puch mató a los serenos de los locales comerciales que asaltaba. Era un "chico bien", de padres "bien", sin penurias económicas. En cada uno de sus crímenes a sus víctimas no les dio chance de defensa. Las ejecutó de manera impiadosa.
Hace cuatro años, la Cámara de San Isidro, ya negó un pedido similar con el argumento de que Puch es un ser antisocial y que en la cárcel no aprendió absolutamente nada. Ahora, mientras espera que le contesten otra vez, los camaristas de San Isidro ordenaron una entrevista con ellos para ver al preso y resolver. Además ordenaron una revisión física y nuevas pericias psiquiátricas para ver si las cosas se revirtieron
Lo increíble fue la contestación de Puch al planteo: "Al Tribunal no voy. No quiero viajar en auto porque la última vez que me llevaron casi volcamos. Tengo pánico", espeto al tiempo que le recordó a los jueces que en los últimos 40 años, sólo viajó dos veces en coche.
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